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Emotiva clausura de estos XXXI Juegos Masculinos
Por
Alexandra Carrasco D.
Publicado:
16 Octubre 2015
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Representantes de cada colegio recibiendo las copas generales.
- Con una ceremonia celebrada en el Gimnasio Hermógenes Lizana, se dio por finalizada esta fiesta deportiva marista.
Fueron largos días de ardua competencia, una semana en la que los deportistas dieron lo mejor de sí en cada instancia de competición para representar a sus colegios. Pero los Juegos Masculinos Maristas tenían que llegar a su fin, es por ello que a las 17:30 horas de este jueves 15 de octubre, autoridades maristas, colegiales y políticas, alumnos, profesores, apoderados y las distintas delegaciones se reunieron en el Gimnasio Hermógenes Lizana de Rancagua para dar el vamos al acto de clausura.

Con la presentación y el ingreso de los participantes que dieron vida a esta gran fiesta deportiva, comenzó este acto. El inicio estuvo marcado por la  entonación del Himno Nacional, que resonó con más fuerza que nunca entre las paredes del recinto.

“Hace una semana atrás, cuando inauguramos los Juegos Masculinos, les decía que durante estos días iban a vivir la experiencia de la derrota y del triunfo. Sepan que ambas experiencias son necesarias en la vida de un joven de la edad de ustedes”, afirmó el Rector del Instituto O’Higgins de Rancagua, Don Pedro Díaz Cuevas en sus palabras de despedida. Manifestó además su agradecimiento tanto a los deportistas, como a la totalidad de los colaboradores y familias anfitrionas, que hicieron posible la realización de estas Olimpíadas.

Durante la ceremonia no sólo fuimos testigos de los logros de los alumnos olímpicos, sino que además fue una instancia para disfrutar del arte y la danza; esto quedó en evidencia una vez que se presentó un número artístico por parte del grupo de folclor del Instituto O’Higgins.

Posteriormente, se dio paso a la premiación por disciplina. Las copas de los primeros lugares de atletismo, básquetbol, fútbol y vóleibol, fueron recibidas por los capitanes de cada equipo, en compañía de su profesor técnico respectivo.

San Marcelino nos legó tres violetas. Como comunidad logramos apreciarlas en los deportistas, reflejadas en la sencillez en el trato con el adversario, la humildad ante el talento de los demás, y la modestia ante la victoria. Sin embargo, estas resaltaron en los grandes ganadores de estos Juegos.

Luego de anunciada la clasificación general obtenida, las copas fueron dispuestas para su entrega. Los locales del Instituto O’Higgins fueron los encargados de recibir el tercer lugar. De la misma manera, el conjunto del Instituto Chacabuco de Los Andes subió al podio, obteniendo la presea plateada. Y por último, se hizo entrega de la copa dorada al Instituto Alonso de Ercilla, quien, cantando victoria, se coronó hexacampeón general en estas Olimpíadas.

"Señor, permite que sea orgulloso y equilibrado en la derrota, humilde y magnánimo en la victoria (…)", fue recitado en la Oración del Deportista. Ésta sostiene la importancia de los buenos principios en la sana competencia, y el IOH, en el año de su centenario, quiso compartir un presente con los profesores y los coordinadores deportivos de cada colegio participante. Este gesto fue para recalcar los signos de hermandad y los lazos afectivos que se originaron en este gran evento deportivo, agradeciendo además la entrega respectiva hacia cada disciplina, viviendo el espíritu marista al máximo. A manera de perpetuar este emotivo reconocimiento, se dio paso a la realización de un registro fotográfico, el que será motivo de emoción y orgullo para las generaciones futuras.

La bandera de los Juegos Olímpicos aquí en Rancagua dejó de flamear, representando la perseverancia y la sana competencia. Un instante simbólico fue la entrega de ella a los capitanes y coordinador del Instituto Chacabuco de Los Andes, quienes tendrán la misión de ser los anfitriones de los próximos Juegos.

Esta fiesta deportiva fue la ocasión ideal para comprender que el éxito deportivo no se alcanza sólo al ganarle al rival, sino que comprende la capacidad de proponerse metas y luchar por ellas, desarrollando los más nobles valores, tales como la perseverancia, el esfuerzo, el compañerismo, además de generar sobriedad ante los triunfos.

Por este motivo, y como ícono representante de la continuidad del espíritu deportivo y marista, la antorcha olímpica fue entregada en un momento de gran emotividad, por el capitán del equipo de vóleibol del Instituto O’Higgins, José Manuel Butrón, al atleta del ICH, Vicente Martínez, quien igualó el récord marista en 110 metros vallas de José Butrón, ex alumno y deportista del IOH.

Estos emblemas comenzaron su peregrinación hacia un nuevo destino, Los Andes, sede de los próximos Juegos Masculinos Maristas, los que se lucirán nuevamente en octubre del 2016, en una fiesta deportiva caracterizada desde siempre por su energía y pasión.

En medio de los gritos de euforia y celebración concluyen estos Juegos Masculinos Maristas, en su versión número 31°. Rancagua ha sido la sede, en una instancia que ha enriquecido los espíritus de todos los deportistas y de la gente partícipe de ella. 

¡Esperamos ansiosos los próximos XXXII Juegos en el Instituto Chacabuco de Los Andes!


Fotografías: Manuel Guerrero y Ángeles Grant. 
 

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